Hoy por primera vez ha sido un ensayo con todos los participantes. Hasta ahora habíamos ensayado los participantes individuales por una lado en el auditorio y por otro los coros de apoyo en sus correspondientes sedes. Hoy nos hemos juntado todos y la cosa ha tomado verdadera forma. En dias anteriores la obra iba sonando cada vez mejor sin duda, pero hoy además ha sido una cuestión de cantidad. Se ha notado lógicamente el mayor números de ¿cantantes? ¿coristas? esto último suena mal, pero no sé como se dice, supongo que cantantes, miembros del coro. Se nota que el personal nos vamos sabiendo la obra cada vez mejor. Al saber cada vez más partes de la partitura de memoria he notado como me ha ido dando más seguridad a la vez que mayor tranquilidad.
Al conocer mejor el texto (también la traducción) a base de practicarlo empiezo a notar lo que ya venian anunciando los directores, que al olvidarse un poco de mirar la partitura se disfruta más del momento y además se atiende más a los gestos del director.
Impresiona comprobar como teniendo la atención debida al director durante el canto se aprecian los gestos que influyen tanto en los matices de la obra. Si retiene más o menos una entrada, si expresa más energía. Es tremendo el poder de la dirección.
Es estupendo comprobar y aprender el significado de los matices que marca el director y apreciarlos en la repetición. Se habla de color, de textura, de apreciaciones que parecen a priori subjetivas, pero con el ejercicio de prueba/ensayo/error/repetición es tal la claridad con la que se aprecia la diferencia que para un neófito como yo se le abren los ojos/oídos de sorpresa cual niño ante un truco de magia.
Joan Cabero y Jorónimo Marín continúan con el mismo nivel o más si cabe. Expresan sus ideas con una claridad meridiana, con precisión milimétrica, con dominio absoluto del lenguaje musical y lo que es más, con simpatía, ganándose al auditorio/coro.
Dentro de ese dominio al que me refiero es curioso comprobar como son capaces de llevar a un grupo de trescientas personas como una sola voz. De vez en cuando cambian el tempo o algún otro matiz y aunque a veces nosotros seguimos a lo nuestro como con la mirada desenfocada en otro punto, cuando se nos hace ver que hay que prestar la atención debida seguimos manos y gestos como si de un hipnotizador se tratara.
Impresiona comprobar como teniendo la atención debida al director durante el canto se aprecian los gestos que influyen tanto en los matices de la obra. Si retiene más o menos una entrada, si expresa más energía. Es tremendo el poder de la dirección.
Es estupendo comprobar y aprender el significado de los matices que marca el director y apreciarlos en la repetición. Se habla de color, de textura, de apreciaciones que parecen a priori subjetivas, pero con el ejercicio de prueba/ensayo/error/repetición es tal la claridad con la que se aprecia la diferencia que para un neófito como yo se le abren los ojos/oídos de sorpresa cual niño ante un truco de magia.
Joan Cabero y Jorónimo Marín continúan con el mismo nivel o más si cabe. Expresan sus ideas con una claridad meridiana, con precisión milimétrica, con dominio absoluto del lenguaje musical y lo que es más, con simpatía, ganándose al auditorio/coro.
Dentro de ese dominio al que me refiero es curioso comprobar como son capaces de llevar a un grupo de trescientas personas como una sola voz. De vez en cuando cambian el tempo o algún otro matiz y aunque a veces nosotros seguimos a lo nuestro como con la mirada desenfocada en otro punto, cuando se nos hace ver que hay que prestar la atención debida seguimos manos y gestos como si de un hipnotizador se tratara.
Los pianistas Manuel y Roberto son otro punto a destacar. Supongo que se les llamará pianistas acompañantes, pero de qué forma acompañan... Supongo que como en casi todo los habrá mejores y peores, más o menos atentos, más o menos diestros. Los dos pianistas que nos acompañan en los ensayos son para mi gusto excelentes. Hay tiempo durante los ensayos para observarles y comprobar su forma de proceder. Por ejemplo la atención que prestan al director. Es tal esta atención que a veces parecen una prolongación de ellos ¡qué entendimiento! un gesto, un palabra sirve para que el pianista retome, avance, repita o insista en esto o aquello. Incluso voy a más, se adelantan y si ven que el director se dirige a un lugar determinado ellos apoyan, repiten y resuelven sin que nadie les diga nada, aportando, ayudando. Es genial también ver ese dominio. Entiendo que debe ser específico para un músico trabajar en un ensayo con un coro y un director por todos estos detalles a los que me refiero y el los que se puede ser más o menos diestro independientemente del saber musical que se tenga.
Durante el descanso la gente pasea por el exterior o por dentro del auditorio. No hay mucho tiempo, tan solo media hora. Yo me doy una vuelta y compruebo que está a punto de empezar un concierto en la sala sinfónica. Saco algunas fotos del ambiente de los músicos antes de entrar. Calientan,se relajan, se preparan para entrar. Unos en la cafetería, otros por los pasillos.
Me asomo a la sala. Está abarrotada.El concierto está a punto de empezar.
La paredes están llenas de fotografías de los directores más importantes que han pasado por el auditorio.
Vuelta al ensayo
Después todos ya de nuevo en la sala pasamos la obra entera. Un buen final de jornada.