domingo, 24 de mayo de 2009

Carmina Burana Tercer Fin de Semana de Ensayo

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El sábado por la tarde llovió -en la madrugada cayó una buena- pero el domingo amaneció así y así era el aspecto del auditorio al llegar a la entrada a las diez de la mañana.
Hoy por primera vez ha sido un ensayo con todos los participantes. Hasta ahora habíamos ensayado los participantes individuales por una lado en el auditorio y por otro los coros de apoyo en sus correspondientes sedes. Hoy nos hemos juntado todos y la cosa ha tomado verdadera forma. En dias anteriores la obra iba sonando cada vez mejor sin duda, pero hoy además ha sido una cuestión de cantidad. Se ha notado lógicamente el mayor números de ¿cantantes? ¿coristas? esto último suena mal, pero no sé como se dice, supongo que cantantes, miembros del coro. Se nota que el personal nos vamos sabiendo la obra cada vez mejor. Al saber cada vez más partes de la partitura de memoria he notado como me ha ido dando más seguridad a la vez que mayor tranquilidad.


Al conocer mejor el texto (también la traducción) a base de practicarlo empiezo a notar lo que ya venian anunciando los directores, que al olvidarse un poco de mirar la partitura se disfruta más del momento y además se atiende más a los gestos del director.

Impresiona comprobar como teniendo la atención debida al director durante el canto se aprecian los gestos que influyen tanto en los matices de la obra. Si retiene más o menos una entrada, si expresa más energía. Es tremendo el poder de la dirección.

Es estupendo comprobar y aprender el significado de los matices que marca el director y apreciarlos en la repetición. Se habla de color, de textura, de apreciaciones que parecen a priori subjetivas, pero con el ejercicio de prueba/ensayo/error/repetición es tal la claridad con la que se aprecia la diferencia que para un neófito como yo se le abren los ojos/oídos de sorpresa cual niño ante un truco de magia.
Joan Cabero y Jorónimo Marín continúan con el mismo nivel o más si cabe. Expresan sus ideas con una claridad meridiana, con precisión milimétrica, con dominio absoluto del lenguaje musical y lo que es más, con simpatía, ganándose al auditorio/coro.

Dentro de ese dominio al que me refiero es curioso comprobar como son capaces de llevar a un grupo de trescientas personas como una sola voz. De vez en cuando cambian el tempo o algún otro matiz y aunque a veces nosotros seguimos a lo nuestro como con la mirada desenfocada en otro punto, cuando se nos hace ver que hay que prestar la atención debida seguimos manos y gestos como si de un hipnotizador se tratara.

Los pianistas Manuel y Roberto son otro punto a destacar. Supongo que se les llamará pianistas acompañantes, pero de qué forma acompañan... Supongo que como en casi todo los habrá mejores y peores, más o menos atentos, más o menos diestros. Los dos pianistas que nos acompañan en los ensayos son para mi gusto excelentes. Hay tiempo durante los ensayos para observarles y comprobar su forma de proceder. Por ejemplo la atención que prestan al director. Es tal esta atención que a veces parecen una prolongación de ellos ¡qué entendimiento! un gesto, un palabra sirve para que el pianista retome, avance, repita o insista en esto o aquello. Incluso voy a más, se adelantan y si ven que el director se dirige a un lugar determinado ellos apoyan, repiten y resuelven sin que nadie les diga nada, aportando, ayudando. Es genial también ver ese dominio. Entiendo que debe ser específico para un músico trabajar en un ensayo con un coro y un director por todos estos detalles a los que me refiero y el los que se puede ser más o menos diestro independientemente del saber musical que se tenga.

Durante el descanso la gente pasea por el exterior o por dentro del auditorio. No hay mucho tiempo, tan solo media hora. Yo me doy una vuelta y compruebo que está a punto de empezar un concierto en la sala sinfónica. Saco algunas fotos del ambiente de los músicos antes de entrar. Calientan,se relajan, se preparan para entrar. Unos en la cafetería, otros por los pasillos.


Me asomo a la sala. Está abarrotada.El concierto está a punto de empezar.






La paredes están llenas de fotografías de los directores más importantes que han pasado por el auditorio.




Vuelta al ensayo



Después todos ya de nuevo en la sala pasamos la obra entera. Un buen final de jornada.



domingo, 10 de mayo de 2009

Segundo Ensayo Carmina Burana

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Segundo ensayo. La obra sale cada vez mejor, con más empaque, con solidez. El director Joan Cabero sigue en su línea, repartiendo saber a diestro y siniestro, con maestría y simpatía, haciendo que las cuatro horas del sábado y las otras cuatro del domingo pasen rápido, a pesar de la dureza del ensayo. Dureza sí, porque es duro -pero también hermoso- estar concentrado en sus indicaciones, llevarlas a cabo y procurar mejorar poco a poco. Y además está también la atención, la concentración que hace que casi todo funcione como un reloj cantando todos verdaderamente al unísono. Una de las cosas que más me gusta es la atención con la que estamos casi todos. En otros ensayos de grupos donde he estado siempre hay alguien que habla sin parar y alguna que otra vez te toca al lado un plasta que no deja de hacer comentarios por los que siempre le tienen que estar mandando callar y distrae al personal. Aquí con alguna excepción, la mayoría de la gente permanece en constante atención, en silencio, escuchando las indicaciones del director. Quizá es una de las cosas por las que el tiempo pasa rápido, por la concentración, el silencio y la intención constante de aplicar todo lo que nos indica el director.


El ensayo del sábado se realiza en el Caixaforum de Madrid. Es una buena oportunidad, ya que no lo conocía. Me ha gustado mucho el edificio y la filosofía de la Fundación La Caixa, que ya se apreciaba en el Cosmocaixa de Alcobendas. Si el de Acobendas está dedicado a la ciencia, este fabuloso edificio está dedicado al arte, empezando por el inmueble que ya es una gran obra, con ese jardín vertical, la zona baja cubierta o el hall donde encontramos esa fabulosa tienda-librería que hace temblar la Visa según me acerco.


Al auditorio se accede bajando dos pisos por una espectacular escalera con una fuente minimalista abajo. Se tiene siempre la sensación de estar en un gran centro de arte.


Al día siguiente el ensayo se realizó como es mas habitual en el Auditorio.

Aunque el auditorio es también un edificio fabuloso la sensación al entrar allí es ya distinta, como de cierta costumbre -ni que fuera un profesional de la música- y es muy agradable volver.

El fin de semana también ha dado para ver algo de cine por la noche. Bueno de televisión, de series de las que hacen ahora que no sabe uno si está viendo una película cortada en un buen número de trozos, ya que la estética, el acabado y la intención es la de hacer una película en toda regla. No me desagrada ver este tipo de series, pero tengo una extraña sensación de estar dejando de ver una película -quizá buena- y en su lugar estoy viendo esta suerte de mezcla de géneros que son estas películas-series-filmes a trozos.


Tengo una especie de test para determinar mi interés en esto de las nuevas series. Es el test de los tres primeros capítulos. Es muy sencillo, se ven los tres primeros capítulos de una serie y se comprueba si merece la pena seguir viéndola. Un capítulo sabe a poco y generalmente están muy bien elaborados para ver si así enganchan. El segundo es para ver si no decae la cosa y el tercero es la prueba de fuego y se decide si seguir o no. En mi caso sólo dos han pasado la prueba. A saber Perdidos y Dexter. Con la primera he seguido hasta la quinta y por ahora última temporada, con aulgún que otro parón y alguna que otra panzada de capítulos a modo de actualización. Es una serie fantástica en todos los sentidos, de ciencia ficción o una especie de videojuego en el que uno entra o no entra y una vez lo ha hecho la entrega es total, se entra en el grupo friki de los seguidores que no paran de hablar de la serie.
United Stated of Tara no pasa el test de los tres capítulos. Una mujer con triple -no doble- personalidad. Una madre de familia que sin venir a cuento se vuelve por momentos una quinceañera maleducada, otros momentos se convierte en una ama de casa al estilo de los años cincuenta, perfecta y estirada y en otros momentos se convierte en una especie de hombre vaquero de rudas maneras. Ninguna de las tres personalidades es creíble y lo que es peor ninguna tiene gracia alguna. Porque el caso es que el tono de la serie no es de comedia, ni de drama, ni de ningún género en concreto. Una especie de mezcla de todos y de ninguno. Una vez pasada la consiguiente sorpresa la serie pierde todo interés. Está producida por Steven Spielberg, cosa que no se explica, como no sea que él también ha querido apuntarse a la moda de participar en una serie de moda/transgresora/moderna para estar a la última. Otras series que no han pasado la prueba: En terapia -aunque prometía- Underwood -tenía esperanzas ya que es una serie ambientada en el oeste- pero nada. Sí pasó la prueba Dexter con un comienzo espectacular -el protagonista es una asesino en serie- comprobando que todavía es posible innovar y crear argumentos originales y arriesgados, pero lamentablemente la serie cae hacia el final de la segunda temporada convirtiendo a nuestro apreciado asesino -asesino de malos claro- en un esforzado padre de familia, perdiéndose así el sentido de la serie. Le haría falta un buen giro para volverla a enderezar.
Este fin de semana junto a United Stated of Tara otra serie a prueba ha sido Mad Men. A priori el planteamiento interesa. Una agencia de publicidad a finales de los años cincuenta. Los entresijos de la agencia, del director creativo y los clientes. Una de las bazas es la ambientación y los detalles sobre las costumbres de la época -todos fuman y beben sin parar- con un tono lento pero muy expresivo. Cuatro capítulos seguidos y se aguanta el tirón. Veremos a ver.