domingo, 28 de febrero de 2010

El Circo de la Mariposa

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De nuevo cuelgo en El Trastero imágenes impresionantes con el resultado final de la emoción. En un mundo tan gris y tan revuelto como el que nos ha tocado vivir hay que hacer llegar al mayor número posible de personas las cosas que gente con mucho talento es capaz de realizar. A disfrutar.






via: blog pensamiento positivo

domingo, 21 de febrero de 2010

Concierto Para La Mano Izquierda

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El Concierto Para La Mano Izquierda En Re Mayor fue compuesto por Maurice Ravel entre 1929 y 1931.

 

Paul Wittgenstein nació en 1887 en el seno de una acomodada familia vienesa, cuyo hogar era uno de los epicentros de la cultura en la Austria de finales del Siglo XIX. Entusiasta del piano desde corta edad, alumno de prestigiosos maestros tales como Theodor Leschetizky y Josef Labor, tuvo la precocidad y el talento en sus primeros años de vida como para participar en dúos de piano con compositores de la talla de Mahler, Brahms y Richard Strauss en veladas artísticas en la casa familiar.
Wittgenstein hizo su debut como pianista en 1913 con éxito, sin embargo, pese a que su carrera estaba en ascenso, fue llamado a las armas al año siguiente en que empezó la Primera Guerra Mundial. Durante un asalto ruso en Polonia fue herido de gravedad y apresado por los rusos. Sus heridas en el brazo derecho fueron muy graves, por lo que se le tuvo que amputar. Este lamentable suceso sumió al joven Wittgenstein en una gran agonía y depresión.
Una vez concluida la Guerra, Wittgenstein tomo la decisión de reagrupar todas sus fuerzas y empezó una tarea de estudio y recopilación de toda la música existente para ser interpretada por una sola mano, e incluso su anciano maestro Labor (el cual para entonces estaba totalmente ciego) compuso con la ayuda de Wittgenstein como transcriptor, varias obras para piano especialmente dedicadas a él.
Su talento y perseverancia le merecieron el respeto de la comunidad artística, y muchos afamados compositores tales como Prokofiev, Britten, Korngold, Schmidt, Hindemith y Richard Strauss compusieron música especialmente para él. Sin embargo, ninguna de esas obras alcanzó el brillo y la fama que obtuvo el Concierto para Piano “para la mano izquierda” que compuso Maurice Ravel. Maurice Ravel estaba a en el proceso de componer su celebrado Concierto en Sol Mayor para Piano cuando recibió en su casa a Paul Wittgenstein, y conmovido por el caso decidió posponer la obra que tenía en proceso y desarrollar la escritura de una obra especialmente para Wittgenstein, tarea que le consumió nueve intensos meses.


La obra fue estrenada en Viena el 5 de enero de 1932, con Wittgenstein en el piano y Robert Heger dirigiendo a la Sinfónica de Viena. En esa primera presentación no estuvo presente Ravel, sin embargo la obra siguió en cartelera en Europa y no fue sino hasta finales de ese mismo año que el compositor pudo escucharla con Wittgenstein en el piano. Ese primer encuentro de ambos después del concierto no fue nada agradable, dado que Ravel noto que Wittgenstein había hecho cambios en la orquestación de la partitura con los cuales no estaba de acuerdo Ravel.
La conversación entre ambos fue brusca y pesada. Este malestar hizo que Ravel vetara una interpretación de la obra en París a menos que la obra se respetase en su integridad, aspecto que Wittgenstein no aceptó. Esta historia tuvo un final feliz, cuando Wittgenstein aceptó la posición de Ravel y con un acuerdo de paz entre ambos, finalmente la obra se interpretó en París con Wittgenstein en el piano y Ravel dirigiendo la orquesta el 17 de enero de 1933.



via: wikipedia

domingo, 14 de febrero de 2010

Vender y Vender

1 comentario:
Uno de los objetivos principales del New Zealand Book Councill es dar a conocer la literatura neozelandesa en el mundo entero. También se encargan de fomentar la lectura entre sus ciudadanos.

Un espectacular campaña publicitaria realizada por el estudio AndersenM que utiliza el libro “Going West” del escritor neozelandés Maurice Gee, para crear un stop-frame, una maravilla impresionante.







Este anuncio vende algo que no se sabe que es hasta el final, por lo menos yo que soy bastante cortito no lo descubrí hasta entonces. Invertir en cultura, hacer anuncios con calidad diferencia mucho más el producto que todos los marketings más agresivos.

domingo, 7 de febrero de 2010

El Ruido Eterno

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Este libro viene precedido por un enorme éxito en todo el mundo antes de llegar a nuestro país. Se trata de un ensayo en el que se cuenta la historia de la música del siglo veinte. Comienza un poco antes, al final del diecinueve y termina más o menos en la actualidad, o sea en el veintiuno. Retrata además la situación sociopolítica del momento y también la relación que los músicos tuvieron con los poderes y la époco que les tocó para vivir y trabajar.
En todas las críticas que he leído sobre el libro -todas muy positivas- hay algo que no acabo de entender del todo. Todos los comentaristas coinciden en que pone la música clásica/contemporánea/de vanguardia del siglo veinte al alcance de cualquier lector. Y en eso no estoy de acuerdo. El relato es muy interesante y la exposición muy entretenida, pero da por hecho que el lector conoce una serie de datos como nombres, estilos musicales y en muchas ocasiones tecnicismos musicales que pienso que no están al alcance de cualquier lector. Tampoco creo que haga falta ser músico o musicólogo pero sí aficionado nivel dos si es que hubiera tres niveles. Quiero decir que para disfrutar plenamente del libro conviene saber algunas cuestiones. Por ejemplo algunos nombres, si no se sabe quien era Arnold Schönberg, Stockhausen, que es la música dodecafónica, la atonalidad o el minimalismo no es que pase nada, simplemente es que ese tipo de lector no se va a enterar de mucho. Hay datos biográficos interesantes sí, pero como digo dentro de contextos y teorías que conviene saber si no se quiere uno perder y por tanto aburrir.
Hecha esta salvedad tengo que decir que a mí el libro me ha gustado mucho. Excesivamente largo -casi ochocientas páginas- y un poco difícil de manejar por el peso, se lee con mucho interés si te interesan esas músicas que algunas personas se desligan de ellas diciendo cosas como: son un poco raras ¿no? a mí me gusta más Mozart y otro tipo de frases parecidas.

Alex Ross autor de El Ruido Eterno con el que obtuvo el premio Pulitzer en el año 2007

Mientras que las artes plásticas durante el siglo veinte han ido aceptándose poco a poco por el gran público, -o al menos han tenido más repercusión- no le ha ocurrido igual a la música. Sigue siendo minoría los que degustamos con el mismo gusto obras clásicas y contemporáneas de igual manera. Hay que abrir un poco el oído -y la oreja a veces- pero merece la pena abrirse a obras musicales que aunque en un principio nos resulten algo extrañas después acaban por convencernos de que entrañan grandes ideas y sentimientos.
En el libro se describen muy bien las dificultades que tuvieron muchos músicos para que su obra fuera comprendida en su momento, aunque también los hubo que encontraron el reconocimiento. Sibelius, Shostakovich, Britten, las anécdotas, la situación en la época y las circustancias son manejados por el autor con mucha soltura y haciéndo la lectura como digo muy agradable. Es verdad que la música de los últimos años del siglo veinte los pasa bastante rápido, como si ya le pareciera que tenía que acabar el libro o tal vez no le pareciera demasiado interesante en comparación con los agitados años treinta o cuarenta. He disfrutado mucho con su lectura, no sé si es un libro para releer -casi nunca lo hago- pero ya que ocupará bastante espacio en mi librería sí servirá como libro de consulta para el futuro.



"Sí, mis amigos del colegio creían que era un poco raro. Más tarde, durante los años de universidad me obsesioné con la música clásica contemporánea. Solía decir que toda la música pop era una basura. Pero un día empecé a escuchar patrones comunes que el jazz y el rock compartían con la música clásica. Y de ahí surgió la idea de escribir El ruido eterno", cuenta Ross. "Quise demostrar que la composición clásica está por todas partes", dice.