martes, 10 de noviembre de 2009

Dolce Far Niente




En defensa de los ociosos
Robert Louis Stevenson
Traducción de Carlos García Simón

Pequeña Biblioteca Gadir
48 págs

Este breve y poco conocido ensayo de Robert Louis Stevenson es un pequeño canto a la vida. El genial autor de La isla del Tesoro, de El Dr. Jekyll y Mr. Hyde y tantos otros relatos incomparables desvela aquí los ingredientes esenciales de su visión de la vida. Su amor por la lectura y por la naturaleza está contado con su habitual talento e ironía, y acaso con un punto de cinismo. Stevenson, lector impenitente, recomienda la lectura, pero antepone la vida a los libros; elogia la diligencia, pero se ensaña con aquellos que sólo se ocupan en ser diligentes y «resultan secos, rancios y dispépticos en las mejores y más brillantes etapas de la vida». Y nos recuerda que «No hay deber que infravaloremos más que el deber de ser felices. Siendo felices, vamos sembrando por el mundo anónimos beneficios, que nos son desconocidos incluso a nosotros mismos y que, cuando eclosionan, a nadie sorprenden más que al benefactor».

Una pequeña lección de ética en el mejor sentido.



2 comentarios:

Charo dijo...

Era la frase preferida del Tito Pepe en las vacacionnes que pasabamos en su casa y por eso me parece una frase entrañable.

Me gustaría leer el libro.

Un beso

Charo dijo...

Lo he terminado de leer de un tirón y me ha gustado mucho.

No es tanto una defensa de la ociosidad como equivalente a no hacer nada, sino más bien un dedicar el tiempo a cosas poco "oficialmente" provechosas y buenas para desarrollar la observación, la creatividad o el amor por la belleza y la vida.

Un encanto de libro.

Gracias por dejármelo.

Besos