domingo, 2 de mayo de 2010

Días de Vino y Libros



Prefiero desde hace muchos años leer biografías a libros de ficción. Tuve una época hace años en que sí leía libros con historias ficcionadas por una razón más práctica que otra cosa. Buscaba argumentos para una posible película. Cuando el cine español no hacía más que mirarse el ombligo con el llamado cine de autor otros países -sobre todo Estados Unidos y el Reino Unido- buscaban en la novelas la fuente de buenos argumentos sobre los que trabajar posteriores guiones. Así lo pensaba yo y  así  lo intenté, pero no era quizá el momento, un momento que ha llegado mucho después y ahora es práctica habitual la compra de derechos de autor para realizar lo que se espera una buena película, un ejemplo reciente sería Celda 211
A decir verdad sí lo hice en el único cortometraje profesional que dirigí hace ya muchos años. Conseguí que el entonces ya consagrado autor Jose Maria Merino me cediera una de sus historias para realizar el cortometraje Fuera de Lugar. En una presentación del corto en la desaparecida libreria Crisol compartí mesa con Merino, Gutierrez Aragón y precisamente Juan Cruz. Yo ya sabía de él, de la importancia de su lugar en el mundo editorial y al terminar la presentación le pregunté si sabía como estaban los derechos de un cuento publicado por entonces y sobre el que yo tenía la intención de hacer un guión. Cruz me dijo: esa historia tiene muchos novios. Yo que tú me olvidaba.  Así lo hice decepcionado y algún tiempo después me resistía a ver una película de éxito titulada La Lengua de las Mariposas.
Todo esto para introducir la lectura que con avidez he realizado del libro de Juan Cruz, sabiendo que todo lo que hay en él, aunque pueda en algún momento estar tamizado -como todos los recuerdos- pertenece al mundo de lo real y como he dicho al principio eso me interesa mucho.
Según decía García Márquez ahora se muere gente que antes no se moría. En este libro aparecen una gran lista de gente del mundo de las letras, algunas vivas o muchas otras no. La lista es larga: Cela, Unbral, el citado García Márquez, Cabrera Infante, Borges, Bowles, Cortázar, Benet, Rafael Azcona, Francisco Ayala y muchos más. Todo el libro está lleno de anécdotas, más o menos veladas y desde luego narradas suavemente, es decir sin caer en la tentación de lo crudo y más fácil que sería entrar en lo más escabroso y llamativo. Todos los comentarios son hechos desde una cierta ternura aunque también con cierta claridad para relatar por ejemplo algo que me sugirió el título de este post, el vino, el alcohol en general tan presente como cuenta Cruz en la vida de al menos casi todos los escritores con los que él se relacionó. Interminables sobremesas que se unían con cenas que se unían con largas noches de copas que a más de uno les pasó factura. Curioso la relación que ha habido durante mucho tiempo entre alcohol, tabaco y demás drogras con los mundos literarios, cinematográficos o de creación en general. En muchos de estos encuentros alcohólicos es donde centra Juan Cruz muchas de las historias con los personajes que ha tenido la suerte -creo yo- de poder relacionarse, aunque como él cuenta también en el libro el trato con los artistas no siempre es fácil.  Entresijos del mundo cultural, retratos de la fragilidad o aparente dureza de algunos de ellos, de su humanidad. El libro sabe a poco y se intuye que el autor tiene historias como para uno o dos tomos más, no sé si lo hará, pero se ve claramente también que calla más de lo que cuenta y aunque estemos viendo cada vez más como sobre todo en la televisión se utiliza la intimidad para hacer basura, se agradece que este libro sea justo lo contrario en versión libro. Calma la necesidad de saber cosas sobre personas que a mí me parecen importantes en el mundo de la cultura, pero con estilo, mesura e interés. Cuando era joven el autor escribió en una puerta un poema que su madre le mandó quitar, pero aunque lo intentó no se borró del todo, ni de la puerta ni de su vida.


If (si)

" Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor
Si cuando todos dudan, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza

Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad

Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.

Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.

Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.

Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.

Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado

Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío..

  
Rudyard Kipling

1 comentario:

Charo dijo...

Me encanta la poesía que has citado.