miércoles, 22 de abril de 2009

Conciertos Participativos de la Fundación La Caixa


Hace aproximadamente un año que conocí la existencia de los Conciertos Participativos de la Fundación La Caixa. Me llamó poderosamente la atención. Aficionados a la música con ciertos conocimientos de música que quisieran cantar una obra coral de envergadura como El Mesías de Haendel. Al parecer en Cataluña lo venían haciendo desde hacía tiempo y ahora lo iban extendiendo por otras ciudades de España. En Madrid se organizaba una selección para El Mesías. Ya se había terminado el plazo y además sentía que podía ser un poco precipitado haber intentado participar en ese evento. Apunté en mi Moleskine de un año vista el día en el que debía ponerme a investigar para la edición del año 2009. Lo dejé estar, seguí con mis clases de música y con la vida... Transcurrido un año la legendaria libreta/agenda me recordó que debía estar al tanto de la nueva convocatoria. Esta vez sería otra obra magna, el Carmina Burana de Karl Orff (parece ser que su pronunciación original es la de Cármina Burana). Seguí las instrucciones de la página web para poder participar. Preparé los fragmentos que pedían preparase y acudí al Auditorio Nacional un domingo por la mañana a una audición. Yo, que tantos casting he hecho a lo largo de mi vida, ahora, a estas alturas se cambiaban los papeles. Yo estaba del otro lado. Llegué con demasiado tiempo de antelación pensando que habría alguna aglomeración. Fué lo contrario. No había nadie. La gente estaba citada a una hora concreta y se cumplía un riguroso orden de uno a uno. Para hacer tiempo me senté en la terraza que hay frente al auditorio junto la gente que disfrutaba de un aperitivo leyendo los periódicos del domingo. Yo también me senté, pedí una cerveza y me puse a repasar la partitura. Al rato pensé que ya era demasiado tarde para estudiarla, como hacía de joven -estudiar en el último momento- y pensé que la suerte estaba echada y lo mejor era relajarse, disfrutar de la mañana soleada y de la cerveza y me dediqué el resto del tiempo a leer también los periódicos. Cuando llegó el momento volví al auditorio y me hicieron bajar a un hall donde esperé mientras veía las fotos de músicos famosos que colgaban de la pared. Me preguntaron si quería pasar a una sala para calentar la voz. La verdad es que yo lo único que he calentado últimamente eran los músculos de las piernas antes o después de una carrera. Dije que no, pero una chica que acaba de salir de la prueba me recomendó que lo hiciera. Para no quedar ya como una auténtico aficionado/ignorante accedí y pasé a una sala grande, vacía y con un gran piano de cola. Estaba allí solo, solo de verdad, estirando... digo calentando la voz. Laaaaaaa, miiiiiiii....
Me vinieron a buscar y me condujeron a una sala anexa y parecida a la que antes me encontraba. Me recibió un hombre encantador que me presentó al pianista, un hombre joven. El director -Joan Cabero- sería más o menos como yo, quizá algo más jóven. El trato fué en todo momento afectuoso y muy paciente, me hacia repetir y me corregía, por lo que al cabo de unos minutos pensé que la cosa no iba bien y que podía ir despidiéndome. Para mi sorpresa -de verdad- el director afirma que parece que no he estudiado mucho -lo cual era verdad- pero que cree que si me comprometo a estudiar la partitura de verdad me da como apto. Fué una sensación muy agradable, y emocionante. Salí contento y le dí las gracias por la clases, porque realmente me pareció una clase de música gratuita lo que había recibido.


El Mesías de Haendel el año pasado

Dicen que una de las grandes satisfacciones para un amante de la música es participar directamente en un evento musical en grupo, intervenir con más personas en un hecho artístico, sentirse dentro y parte de un todo con la música, con las sensaciones que se experimentan en esos momentos de pura creación. Esas razones las he venido escuchando en los últimos años y desde hacía tiempo estaba buscando el lugar y la forma de hacerlo. Creo que lo he encontrado.


El Mesías de Haendel el año pasado
Este sábado y domingo han sido los dos primeros ensayos. Auditorio Nacional. 300 personas cantando el Carmina Burana. Emocionante. La dirección de Joan Cabero continúa en la línea de lo que le ví hacer en la audición. Realmente dar una clase magistral mientras dirige. Con simpatía y con un saber estar en el escenario que realmente sobrecoge; el tiempo pasa volando -sólo hay un descanso de media hora de las cuatro de ensayo- y la sensación como digo es la de estar participante de algo especial. La gente que forma este coro montado para la ocasión es de lo más variopinta. Desde gente mayor -hombres y mujeres- hasta jóvenes. Gente de aspecto clásico y gente a la última. Moteros, amas de casa, estudiantes... de todo. Una gran experiencia.

Parece ser que los Cármina Burana son una colección de cantos goliardos de los siglos de los siglos XII y XIII reunidos en un manuscrito encontrado en el siglo XIX.
La Wikipedia dice lo siguiente:
El término procede del latín cármĕn carminis, ‘canto’ o ‘cántico’ (no confundir con la palabra árabe carmén ‘jardín’), y burana es el adjetivo gentilicio que indica la procedencia: ‘de Bura’ (el nombre latino del pueblo alemán de Benediktbeuern). El significado del nombre es, por tanto, ‘Canciones de Beuern’.Aunque generalmente se encuentra escrito Carmina (sin tilde, como en el original latín) se pronuncia /kármina/. Para evitar que un hispanohablante pronuncie erróneamente (lo cual sucede con mucha frecuencia entre músicos y locutores), la Real Academia Española[1] sugiere que a las palabras latinas se les coloque la tilde (en casos como este en que la ortografía latina no coincide con la española).


Carl Orff (Múnich, 10 de julio de 1895Múnich, 29 de marzo de 1982). Fue un compositor alemán del Neoclasicismo musical que continuó con la corriente comenzada por Igor Stravinsky (aunque este tuvo una obra ecléctica).


Estudió música y composición desde 1920 en la Akademie der Tonkunst (alemán, academia de las artes acústicas), su ciudad natal. Dirigió algunas obras de teatro y en 1924 fundó junto a la bailarina Dorothea Günther una academia para enseñar música y baile a niños. Desde los comienzos dedicó su investigación a la naturaleza del sonido y del ritmo, así como de las relaciones entre música y movimientos corporales. Resultado de estos estudios fueron sus teorías sobre la enseñanza de la música, que expuso en una obra titulada Schulwerk (Trabajo escolar), en la que se concede especial importancia a la educación musical de los niños. Orff es sobre todo conocido por Carmina Burana, obra que se estrenó en Fráncfort del Meno en 1938. Se trata de una cantata escénica basada en los goliardos de los siglos XII y XIII. Es la primera de Trionfi, una trilogía que también incluía Catulli Carmina (1943) y Trionfo di Afrodita, que reflejaba su interés por la poesía alemana medieval y por la lírica grecolatina, ya que la letra de los Catulli Carmina es obra de Cayo Valerio Catulo (el prólogo y el epílogo sí son creación de Orff) y Trionfo di Afrodita es una selección de textos de Catulo, Safo y Eurípides. A pesar de la "modernidad" que hay en algunas de sus técnicas de composición, Orff es capaz de capturar, en la trilogía, el espíritu de la Edad Media con ritmos contundentes, pegadizos y armonías elementales. Los poemas medievales, escritos en una antigua forma de alemán y en latín, eran frecuentemente de carácter lúdico, a veces picantes pero sin ser nunca obscenos. En los círculos pedagógicos es recordado por su Schulwerk ('Trabajo escolar' en alemán), compuesto entre 1930 y 1935, traducido como Música para niños. Su simple instrumentación permitía incluso a niños sin formación musical ejecutar la pieza con facilidad. La mayor parte de su vida Orff trabajó con niños, utilizando la música como herramienta educacional. Tanto la melodía como el ritmo generalmente están determinados por las palabras en alemán. Años después fueron traducidas por Guillermo Graetzer, que las adaptó al español. Su estilo ha sido repetido por los numerosos músicos que siguieron con él master-class. Citaremos por ejemplo al compositor neozelandés Edwin Carr (1926-2003). Después de finalizar la II Guerra Mundial, Carl Orff tuvo problemas para conseguir trabajo debido, principalmente, a su controvertido nexo con el nazismo.[1]En su honor se llama el asteroide (21125) Orff, descubierto por Freimut Börngen, en 1992.



5 comentarios:

Elena Alto II dijo...

Efectivamente, una auténtica delicia, una verdadera clase magistral la de Joan Cabero en los ensayos de este pasado fin de semana. Yo salí con una energía inmensa, a pesar del esfuerzo de concentración y desgaste de las 4 densas horas trabajando a tope. Impagable de verdad la experiencia.

GLORIA dijo...

Yo tambien creo que es una delicia poder cantar despues de muchos años de no hacerlo. El ensayo, efectivamente, es una clase magistral, tal como decis. Y la audición en sí tambien lo fue. Lo que sí pediría es que la gente se prepare bien la partitura ya que, concretamente en contraltos, hay bastante gente desafinada. Creo que es una bonita oportunidad y un lujo, y no aprovecharlo y hacerlo bien, que se puede, sería un pecado.

Charo dijo...

¡¡Enhorabuena !!

Espero poder oíros y disfrutar con vosotros de la buena música.

El texto de esta entrada me ha gustado mucho, muy completo, tu experiencia junto con la información sobre la obra y el autor son de agradecer.

A mí siempre me gustó mucho esta obra.

Os deseo que salga muy bien.

Marta Serrano Gil dijo...

Gracias por añadir mi blog al tuyo. Me encanta tu blog, es muy muy muy interesante, lo seguiré de cerca. Un abrazo desde Extremadura!

Anónimo dijo...

Este año voy a participar en el Carmina Burana, y estoy un poco preocupado pues aunque tengo formación y experiencia musical como instrumntista y concertista mi experiencia coral es nula y no considero que tengo buena voz. ¿Me puedes ampliar información respecto a lo que me voy encontrar en los ensayos? pakka-emf@hotmail.com