lunes, 2 de marzo de 2009

EUME


En la mejor tradición de políticos que antes, durante o después de su carrera política han sido intelectuales descubro la obra del actual ministro de cultura César Antonio Molina. Aunque ya conocía su figura antes de que se dedicara directamente a la política, le he seguido aún más los pasos desde que fué durante algún tiempo director del Instituto Cervantes y ahora ministro de cultura. Este es el primer libro que leo de él y la sorpresa ha sido grata. Impresiones, buenas ideas con las palabras justas, bien transmitidas, con unos versos transparentes, que no buscan la grandilocuencia sino el sentido más profundo de los sentimientos. Me ha gustado. Sabemos que desde que era director del Instituto Cervantes, que tiene sedes en todo el mundo hace presuponer que el cargo le debió de implicar dedicar mucho tiempo a viajar por las diferentes sucursales del instituto. Esto y los largos tiempos de espera, aviones y demás lugares donde alguien con capacidad de observación no sólo exterior sino muy hacia adentro pueda sacar provecho literario y poético a estas esperas. Es lo que ha hecho el autor de Eume. Añorar y comparar el río Eume de su Coruña natal con los ríos de personas, los sonidos, las sensaciones vividas en sus viajes. Consigue plenamente una sensible transparencia en unos hermosos versos.
El primer poema tiene este fantástico título y representa perfectamente el espíritu del libro.

OBLIGADO A ESPERAR DURANTE VARIAS HORAS EN EL AEROPUERTO DE PEKÍN DEBIDO A LAS INCLEMENCIAS DEL TIEMPO PIENSO QUE YA ESTARÁN LAS LLUVIAS CAYENDO SOBRE EL EUME.

Una densa niebla y una gran ventisca impiden despegar.
Donde quiera que vaya: peligro y dificultades.
Haga lo que haga: complicaciones y fracasos.
Al igual que en Madrid pierdo el Metro,
ahora en este otro continente
me detienen adversos aires.
Envejezco en cada aeropuerto.
Envejezco en cada terminal.
Envejezco en cada sala de espera.
¿A dónde van a parar esta horas?
¿Podré reclamarlas al final de mis días?
Como nimbo vagabundeo a merced de los altavoces.
como nimbo vagabundeo a merced de las pantallas.
La azafata de información me sonríe
y me entrega una rama de sauce.
Tú Lung escribió esta máxima:
Un buen viajero es el que no sabe a dónde va.
Un viajero perfecto es el que no sabe de donde viene.
En el aeropuerto de Pekín
el río humano de pasajeros perdidos
también se llama Eume.


Hermoso poema que en mi opinión explica perfectamente lo que siente el autor en esa situación de soledad entre la multitud, de nostalgia de la tierra desde un lejano lugar. Leídos con calma, con ganas de buscar la introspección, he pasado unos gratos y tranquilos momentos con la lectura de este estupendo libro.


Este es el río Eume.


César Antonio Molina, autor de Eume.

1 comentario:

Charo dijo...

Te superas hermano cada día.

Me encanta este comentario, ya me dejarás el libro.

Un beso